
Hay un aspecto profundamente humano en tratar de mantener lo que en algún momento fue novedoso. Nobody want this, la comedia romántica de Erin Foster con Kristen Bell y Adam Brody, lo reconoció desde su primera temporada: nos cautivó precisamente porque abordaba la imperfección, el temor al compromiso y las contradicciones del amor actual.
Sin embargo, en su segundo lanzamiento, que llegó en octubre de 2025 a través de Netflix, esa magia fue desafiada. Y no todos los ensayos resisten el intento.

La temporada inicial fue amena, entretenida y sorprendentemente sincera: una narrativa de romance entre una mujer que reencuentra su fe y un hombre que no sabe cómo integrarse en ese entorno. Su atractivo estaba en la tensión, en el “¿lograrán hacerlo funcionar?”. La segunda, por el contrario, se atreve a observar lo que sigue: la convivencia, la cotidianidad, las incertidumbres que surgen cuando el “felices para siempre” comienza a desmoronarse. Es una jugada audaz, aunque igualmente arriesgada.
Esta temporada busca ser más madura, más compleja, más verosímil. Sin embargo, en el proceso pierde algo de su magia original. El guión intenta explorar nuevas dimensiones emocionales, pero acaba disperso entre múltiples subtramas: la fe religiosa de Joanne, los celos laborales de Noah, la crisis existencial de los personajes secundarios. Hay momentos excelentes, pero lo que antes transcurría con facilidad, ahora se percibe de manera forzada..
No obstante, Kristen Bell y Adam Brody mantienen la serie con una química que sigue siendo su mayor ventaja. Sus argumentaciones parecen verídicas, sus quietudes comunican más que las conversaciones, y en medio de tanto desorden emocional, continúan provocando empatía.
Asimismo, hay logros: los personajes secundarios adquieren protagonismo, y la serie se arriesga a exhibir las fisuras del matrimonio sin mensajes moralizantes ni desenlaces prefabricados.
Nobody Wants This mantiene algo que pocas comedias románticas consiguen: autenticidad. Se atreve a exhibir lo incómodo, a aceptar que el amor no siempre progresa, que en ocasiones solo persiste. Tal vez ese sea su principal acierto: hacer que recordemos que, aun cuando la trama decae, la narrativa de dos individuos que buscan comprenderse sigue siendo intensamente humana.
No todos los romances persisten en su segunda temporada, ni todas las series logran alcanzar su propia madurez. Sin embargo, lo que muestra Nobody Wants This es que al menos merece la pena intentarlo
