
Entre las oficinas universitarias y los campos deportivos, llegué al laberinto de metal en donde nacen y mueren historias constantemente. El drama, la comedia y la tragedia se mezclan hasta convertirse en un coro estruendoso en los estrechos pasillos de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú).
Llegué a uno de los salones, el más apartado de todos, de la facultad. Encontré al elenco de la obra “La casa de Bernarda Alba”, que adapta la pieza teatral de Federico García Lorca del mismo nombre, a punto de iniciar uno de sus ensayos. No es la primera vez que estoy aquí, pero cada ensayo tiene una magia singular.
Esta obra relata el drama familiar vivido por Bernarda Alba y sus hijas dentro de un hogar sellado por el luto. La adaptación de la tragedia española, será llevada al teatro Ricardo Roca Rey, en el centro de Lima, por Kananqa producciones. La dirige Estefano Portillo y es interpretada por un joven y talentoso elenco que volverá a los escenarios el 31 de marzo, tras la primera temporada estrenada en noviembre del año pasado.
Claudia Mostorino (la Poncia) y Marcela Alvarez (la criada), ambas parte de la obra, aguardaban la llegada de las actrices que representan a la abuela y matriarca de la familia. Mientras se aproximaba la hora del ensayo, se presentó el asistente de dirección, junto a dos de las intérpretes de las hijas de Bernarda, Mayte Montalva (Martirio) y Daritza Guerovich (Adela).
Con parte del elenco presente, empezó el ensayo en la rotonda de la facultad, pues el uso de las aulas no fue permitido debido a una mala gestión. La práctica se realizó a la intemperie, bajo un cielo que empezaba a oscurecer. Sin techo, sin luces fijas, sin paredes. El show debía continuar.
El elenco empezó el calentamiento con movimientos que parecían cortar el viento. Marcela y Claudia fueron las primeras en iniciar los ensayos. La conversación entre la criada y la Poncia, discutiendo sobre el hogar y la vida entre campanadas imaginarias, era atrapante.
En la primera oración, sus voces quebraron el silencio. Poderosas y claras, eran reproducidas con la fuerza que la función de estreno requeriría. El tiempo, la tristeza, el remordimiento y las risas, eran transportadas por el viento.
Cuando la casa de Bernarda Alba terminó de limpiarse, uno de los picos cumbres del primer acto fue ensayado. El monólogo de la criada tomaba forma con calentamientos previos de presión. La representación del reclamo justo, pero mal sentenciado, de quien en su momento fue atormentada por el difunto de la casa, dominaba el espacio. Entre gritos y maldiciones, su voz esbozaba el sufrimiento de un personaje marcado por el abuso.

A medida que el sol desaparecía, las hijas de Bernarda terminaron de arribar a los ensayos. Se sumaron Fabiola Huamán (Amelia) y Fatima Matheus (Angustias). Entre saludos del equipo, el monólogo de la criada concluía. A escena eran llamadas Claudia y Daritza, la Poncia y Adela. Tomando posiciones, la señal de acción fue dada.
El año anterior, cuando se realizaban los primeros ensayos de la obra, la primera escena que vi de “La casa de Bernarda Alba”, fue la discusión entre la Poncia y Adela. Se trataba del choque entre la Poncia y su edad materializada como un portón impenetrable del encierro y la joven ave vestida de negro, quien intentaba atravesar las paredes de su hogar con su cántico, o sea, Adela.
La escena, que originalmente se componía de gritos con nulo movimiento, se enfrentó con el ensayo y error de dos actrices que, entre interpretaciones y pruebas, consiguieron una puesta en escena única.
La fuerza del conflicto entre Adela y la Poncia cala tanto en el espectador que las sensaciones afloran. La interpretación de Daritza y Claudia demuestran el conflicto generacional y la lucha entre el orden y la rebeldía encuentra un camino directo al espectador.
Al terminar el acto, las hijas de Bernarda continuaron el ensayo. Mientras Mayte (Martirio) y Fabiola (Amelia) tomaban posiciones, la matriarca llegaba con el bastón característico del relato. En el papel principal, Male del Aguila, nuestra versión de Bernarda Alba, se presentaba. Tras saludar al equipo, procedió a repasar sus líneas.
Mientras entraban en sus personajes, Mayte y Fabiola, Martirio y Amelia, ensayaban su diálogo entre dientes. Dos hermanas, emparentadas por sangre, expresaban con su voz el desprecio por su destino. En el ensayo, abundaron las miradas perdidas.
Era como si las actrices se transportaran a otro lugar ante las órdenes del director y volvieran a encontrarse a sí mismas al finalizar su línea. Era como si apareciera un escenario de madera y la incipiente luz era reemplazada por potentes reflectores.
Cuando Liz Roggero (Magdalena) arribó, las hijas de Bernarda estaban completas. La madre de Bernarda (María Josefa) interpretada por Silvia León, se presentaría momentos después. Mientras esperábamos, Fátima y Liz se unían para practicar las escenas que involucraban a todas las hijas en luto.

En la posición designada, Fatima Matheus, quien ya había interpretado el papel de Angustias, estaba lista. Angustias se muestra con bondad y esperanza dentro del encierro. Durante la obra, nos conduce por una montaña rusa de emociones, despertando sentimientos de felicidad, ira y tristeza.
Solo unos pasos más allá, también estaba preparada Liz, la nueva integrante del elenco Silvia también arribó justo a tiempo para poder concretar los ensayos. Las dos eran las integrantes más recientes del grupo. En un inicio, lo que supuso un reto, se convirtió en una grata sorpresa.
Las nuevas actrices aportaron matices muy personales a la interpretación de sus personajes. María Josefa y Magdalena lucen diferentes, pues la propuesta de una abuela más autoritaria y perturbada viene por parte de Silvia.
Liz es quien nos muestra a una hermana más pícara, cínica y sarcástica, comportamientos que han llevado a aflorar y despertar nuevas interacciones dentro del mundo de Bernarda con cada uno de los personajes.
Teniendo al casting casi completo, la última ficha se suma. Male del Águila, que interpreta a Bernarda Alba, aparece cargando la vara de la dominación. Con las líneas repasadas, ante la losa que suplanta el escenario de madera, Bernarda toma el control, no solo de su personaje, sino del mundo que la rodea. Bernarda Alba, nuestra Bernarda, estaba lista incluso antes de hablar.

Con el director satisfecho, pero aún con cosas por pulir, el elenco aprovechó uno de los días de práctica de lo que sería la próxima obra en el centro de Lima. Manteniéndose siempre alerta y buscando hacer un buen trabajo, el grupo empezó a retirarse. En direcciones diferentes, los miembros de la obra se separan hasta el siguiente día de ensayos. Entonces, comenzará una nueva historia.
Elenco de actrices y sus personajes:
Marcela Alvarez (La criada)
Male del Aguila (Bernarda Alba)
Liz Roggero (Magdalena)
Claudia Mostorino (La Poncia)
Fabiola Huamán (Amelia)
Daritza Guerovich (Adela)
Mayte Montalva (Martirio)
Fatima Matheus (Angustias)
Silvia Leon (María Josefa)
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