
Después de un fenómeno global que convirtió a Merlina (Wednesday) en uno de los mayores éxitos de Netflix en 2022, la segunda temporada llega como una esperada reivindicación del universo de la familia Addams. Esta vez con una narrativa más sombría, madura y comprometida con el desarrollo emocional de su protagonista.
Jenna Ortega regresa con una actuación afilada e hipnótica, consolidando a Merlina como una figura pop de la generación Z, una heroína que no encaja en moldes, que cuestiona la autoridad, y que se niega a pedir disculpas por ser diferente.
En esta temporada, Ortega también asumió un rol como productora ejecutiva, lo que se traduce en una Merlina más fiel a su identidad: menos centrada en el romance y más comprometida con su propio viaje interior. No es casual que se haya reducido la carga amorosa; es una declaración de independencia narrativa.
Además, en esta segunda entrega, la serie abandona parte del tono detective adolescente que tuvo en la primera temporada, para adentrarse en un thriller sobrenatural más sofisticado, el guion apuesta por explorar los vínculos emocionales de Merlina, sin traicionar su esencia antisocial y sarcástica.
Por ello, la trama se adentra en misterios aterradores: crows asesinos, visiones perturbadoras y fracturas emocionales dentro de la familia, especialmente entre Wednesday y su madre Morticia. Nuevos personajes, como el director Barry Dort (Steve Buscemi) y la profesora de música Isadora Capri (Billie Piper), introducen nuevos conflictos y matices narrativos.
Visualmente, la serie conserva su atmósfera gótica y barroca, pero se percibe una evolución estética que la aleja del cliché y la empuja hacia lo simbólicamente perturbador. La Academia Nevermore sigue siendo un escenario fascinante, ahora con nuevas amenazas, nuevos personajes y una creciente tensión entre el mundo de los «raros» y el mundo exterior.
Lo más destacable de esta temporada es cómo logra balancear el entretenimiento con una crítica sutil a los estereotipos de género, la hipocresía adulta y el culto al carisma. Merlina no busca redención. Es una protagonista que avanza con determinación, que comete errores y que no se deja definir por las expectativas ajenas.
Merlina no es solo una serie sobre lo macabro, es un espejo deformado de una adolescencia incómoda, brillante, incomprendida. En tiempos de narrativas cada vez más homogéneas, su rareza es bienvenida.