
Es católico y comunicador audiovisual. No estudió cine, pero utiliza sus conocimientos sobre este arte para relacionar su pasión por la dirección cinematográfica con su fe. Cristian García (30) es un joven cineasta que, junto a su productora BienAventurados Films, crea cortometrajes con la intención de mostrar al público la importancia de la fe en la vida de las personas.
Tres datos básicos permiten conocer a Cristian. Primero, es amante de las películas que hablan de temas cotidianos y despiertan cuestionamientos. Segundo, tiene Blu-rays de todas sus películas favoritas. Le gusta ver los detrás de cámaras y observar la relación del director con su equipo.
Tercero, admira a los directores Terrence Malick y Christopher Nolan. De los cineastas de «La delgada línea roja» (1998) e «Interestelar» (2014), respectivamente, aprendió a producir proyectos de alta calidad, pero a la vez comerciales. En su vida todo está relacionado con la ficción cinematográfica.
Su interés por este arte empezó en la infancia. Cuando era niño, su familia tenía la costumbre de ir religiosamente al cine los fines de semana. Así vio muchos filmes durante sus primeros años de vida. Pero no fue hasta que vio Crash, película dirigida por Paul Haggis, que se sintió atraído por el séptimo arte.
Crash lo impactó porque conectó con cada uno de los personajes de la película. En la vida de todo director hay una cinta que lo marca para siempre y lo hace querer dedicarse a esta industria. La película de Haggis fue una de las principales inspiraciones de Cristian.
¿Mecatrónica y comunicación audiovisual? o ¿solo comunicación audiovisual?
Todo parecía indicar que el adolescente se inclinaría por estudiar cine, pero no fue así. Otro interés apareció en su vida: la ingeniería mecatrónica. Quería ser un Tony Stark peruano, personaje que se transforma en el superhéroe Iron Man, y construir robots. Eso no significaba que la idea de ser director de cine quedara de lado. Pensaba estudiar dos carreras. Primero, ingeniería mecatrónica y, luego, comunicación audiovisual.
En el 2009 ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Estuvo dos años en Estudios Generales Ciencias mientras todo iba de acuerdo al plan. Era bueno con los números y ocupaba los primeros puestos, pero no se sentía feliz.
Se dio cuenta de que la ingeniería mecatrónica en su universidad no se enfocaba en la robótica, que era el área que más le interesaba. Dejó la carrera y solicitó su traslado a la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación. A diferencia de muchos otros jóvenes, sus padres apoyaron su decisión.
Tuvo que escribir un ensayo y acudir a una entrevista con los coordinadores de la facultad y el secretario académico. La conversación lo puso muy nervioso. Lo que solicitaba no era común y lo sabía. Al ingresar al lugar designado para la evaluación lo recibieron con gran asombro.
La creencia de que una persona buena en ciencias no puede serlo, a la vez, en las letras, se hizo presente en la sala. Uno de los evaluadores le preguntó: ¿Por qué un alumno de décimo superior de ciencias quiere pasar a una carrera de letras? Cristian se quedó congelado. “Dios tiene un sueño para mí”, respondió luego de unos segundos.
Y no se equivocó. Una de las principales razones por la que le interesó la comunicación audiovisual fue que podía relacionar su carrera con su experiencia de fe. Para Cristian era importante encontrar un medio con el que generara interrogantes en el público sobre la relevancia de la fe en el mundo.
Quería transmitir mensajes de valores y de esperanza y abrir la mirada de las personas a realidades que desconocen. “Siento que la carrera (comunicación audiovisual) es algo que Dios me obsequió”, comenta el cineasta.
Después de escuchar su respuesta, los evaluadores aceptaron rápidamente su traslado. Estudió tres años y durante ese periodo aprendió a manejar la cámara y a escribir guiones.
Pero también descubrió el gran problema al que se enfrentan los estudiantes de comunicación: la falta de dinero para realizar proyectos. Hizo polladas y rifas para conseguir el financiamiento. No lo sabía entonces, pero se estaba preparando para su futuro profesional.
BienAventurados Films y “Conversación”
En el 2015, después de terminar su carrera, la idea de crear su propia productora rondaba por su cabeza. Para Cristian la trama de una película debe vender más que el nombre de quien la produce. No le gusta la idea de que sus películas dependan solo de él. Por eso, en aquel entonces, quiso crear un espacio que permitiera que su visión continuara. Así nació BienAventurados Films.
La productora tiene como objetivo crear contenido audiovisual que le enseñe al espectador la importancia de la esperanza en los tiempos más oscuros de la vida. Esto no significa que las tramas de sus historias son como las de la serie dramática “La rosa de Guadalupe”.
BienAventurados Films presenta productos entretenidos que atrapan al espectador. Su primer cortometraje, “Conversación” (2017), es un ejemplo de ello. La historia se centra en una persona enferma que reclama la injusticia y el dolor de su condición. Una historia muy personal para Cristian.
Video de Bienaventurados films: https://www.instagram.com/p/CFyDHoSIhaN/?hl=es-la
En el 2007, la vida del joven director dio un giro de 180 grados. Le detectaron una enfermedad incurable que le afecta el oído interno y le genera ataques de vértigo. Diez años después, la condición diagnosticada lo inspiró para crear un producto que ganó el premio “Mejor Cortometraje” en Mirabile Dictu – International Catholic Film Festival de 2018.
Considerado el “Oscar” del cine católico, este festival resalta el trasfondo humano del contenido audiovisual. Cristian no podía creer que “Conversación” había ganado la categoría de Mejor Cortometraje en el espacio que tanto admiraba. Siempre pensó que se llevaría algún premio en dicho concurso a los 60 años. No esperaba que fuera tan rápido.
Su película también ganó el primer lugar en el Festival Share The Story y el Tercer Puesto en el Iñigo Film Festival, ambos celebrados en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2019, evento para jóvenes organizado por la Iglesia Católica.
Además, ese mismo año obtuvo el título de Mejor Película sobre Religión en el Festival Internacional de Cine de Culto de Calcuta. Incluso en el 2022, cuatro años después de su estreno, el filme recibió una Mención de Honor en el Canela Latin Filmmakers Challenge.

“Conversación” también fue el corto en el que más invirtió, pero, sorprendentemente, pudo recuperar todo el dinero gracias a los premios que recibió y a los espectadores.
Muchas personas se identificaron con el corto. Incluso cinco años después del estreno las personas siguen escribiendo a Cristian para comentarle que la película los impactó. Fue tanta su acogida que los espectadores se animaron a donar dinero. Al igual que en su época universitaria, obtener financiamiento para sus producciones es un limitante. Por eso quedó muy satisfecho al recuperar toda la inversión que hizo.
No siempre cuenta con un capital por lo que los procesos pueden ser más lentos. Por la falta de recursos, Cristian muchas veces ha desempeñado el rol de camarógrafo y productor en sus proyectos. No le molesta, pero le quita tiempo para concentrarse en la dirección.

A la fecha, Bienaventurados Films ha producido diez proyectos audiovisuales entre los que se encuentran:»Cortísimos», «Mariana», «Segunda Vida», «Imperfecto», «Juicio», «Títere», «Priceless»,»Clamor», «Host:Hijacked» y «Claustrofobia».

La actualidad
Cristian ama lo que hace, aunque no siempre pudo trabajar en ello. Recuerda su primer trabajo como diseñador. Le ofrecieron el puesto como comunicador audiovisual, pero terminó diseñando. Cada vez que intentaba renunciar le prometían que haría contenido audiovisual, pero ese acuerdo nunca se dio y renunció luego de un año de trabajo.
En la actualidad, ya no sigue un horario fijo de oficina, sino que labora como independiente. Produce videos institucionales para diferentes marcas como Banco Falabella, BCP y BanBif. Es un trabajo perfecto, pues implica creatividad y poco tiempo. Le permite concentrarse en sus propios proyectos y generar importantes ganancias económicas.
Pero no todo es color de rosa. Hubo un momento en la vida de Cristian que lo hizo cuestionar si valía la pena seguir en el rubro audiovisual. El año pasado, cerca a su casa, en uno de los distritos más acaudalados de la capital, un actor famoso grababa una serie cómica. Sin embargo, durante la pandemia la municipalidad del distrito no otorgaba permisos para grabaciones, por lo que se sorprendió al ver la escena.
Se acercó al lugar de grabación porque quería hablar con el actor. Se topó con él rápidamente. Empezaron un breve diálogo en el que Cristian le preguntó cómo había conseguido permiso. El intérprete le dijo que era amigo del alcalde y no tenía ninguna autorización formal. La situación lo dejó molesto y sorprendido.
Semanas después pidió un permiso para grabar. Para su sorpresa, la municipalidad se lo otorgó o por lo menos eso le hicieron entender. Él y su equipo llegaron al lugar de grabación. Iban a comenzar hasta que apareció el serenazgo. Sin importar la autorización, el personal de seguridad los retiró del lugar.
Eso desmotivó al joven cineasta. Sin embargo, su novia, y futura esposa, le recordó que no debía rendirse. Su talento justificaba todo esfuerzo. En el futuro, su trabajo hablaría por sí solo. Animado por esas palabras, continuó con sus proyectos.
Actualmente, está retomando las riendas de la serie web “Cortísimos”, que quedó en pausa desde el año pasado. Los espectadores mandan historias sobre su experiencia o temas que les gusten y ,a partir de ello, los realizadores crean un relato audiovisual. Si todo sale bien, lo estrenará este año.
Lo que más lo motiva de esta serie es que podrá dirigir. Para él ser director es más que conducir al equipo. Se trata de potenciar la capacidad de otras personas.
Cristian recuerda su trabajo en la película “Muerto de risa”, de Gonzalo Ladines. Todos los días, Ladines se acercaba a cada uno de los miembros de su equipo y les agradecía por su labor. Momentos como esos son los que espera repetir durante sus propios rodajes.

Futuro en Hollywood
El año pasado Cristian postuló a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) para seguir un programa virtual sobre estudios de guion de cine. No creyó que sería aceptado, pero lo hizo. Ahora se encuentra realizando el curso que, durante los nueve meses de duración, le permitirá escribir dos guiones de un largometraje.
Espera hacer contactos durante sus clases virtuales para, en un par de años, poder migrar a la ciudad estrella de la industria cinematográfica. Sea en el Perú o en cualquier otra parte del mundo, seguirá enfocado en dirigir más proyectos que conecten sus dos motivos: la fe y el cine.
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