El fútbol que acostumbramos ver está cambiando, como siempre lo ha hecho desde su mera concepción. Si bien se trata de un deporte, en esencia, simple, han surgido nuevos elementos para mejorar la dinámica de los partidos y la experiencia del espectador.
Ojos de halcón, conciertos antes de las finales y el ya conocido, aunque polémico, videoarbitraje (VAR por sus siglas en inglés), son solo algunos de estos nuevos recursos. Sin embargo, más allá de la controversia que puedan generar en su implementación, quizás ninguna novedad presenta tanto potencial de riesgo como la tendencia, cada vez más común y adoptada de diversas formas, de ampliar la cantidad de partidos en el calendario de los futbolistas.
Los derechos de televisión, la asistencia a los estadios, los anuncios publicitarios y la atención mediática que generan los partidos de los principales torneos de selecciones y clubes han provocado que aquellos torneos, que antes eran intocables como el Mundial o la Champions League, experimenten cambios en su formato. La lógica es clara: aumentar los partidos para incrementar los ingresos.
No cabe duda de que estos nuevos encuentros, ya sea provenientes de nuevos torneos o de la expansión de los que ya conocemos, pueden despertar el interés de millones de hinchas, especialmente porque implica que más equipos tengan la oportunidad de clasificarse a torneos de prestigio. Sin embargo, este incremento en el número de partidos trae consigo una reducción del tiempo de descanso para los deportistas. Inevitablemente, esto aumenta las probabilidades de sufrir lesiones y fatiga.
Las graves lesiones de Rodri, mediocampista del Manchester City, o Marc-André Ter Stegen, arquero del FC Barcelona, son claras consecuencias de un calendario cada vez más apretado, con menos días de recuperación entre partidos, estructurado con el fin de generar mayores ingresos. La alta exigencia física y el desgaste acumulado de tantos encuentros han hecho que estos jugadores de élite pierdan prácticamente el resto de la temporada.
Frente a este panorama, no es de extrañar que las lesiones o malestares repentinos de algunos futbolistas aparecen, convenientemente, durante las fechas FIFA (pausas internacionales para la disputa de encuentros entre selecciones del mundo) , que a menudo son criticados por la opinión pública al exponer a los jugadores en momentos cruciales de la temporada en las principales ligas de Europa.
Este agotador calendario también está afectando la calidad del fútbol que los aficionados disfrutan. La fatiga no solo aumenta las lesiones, sino que disminuye el rendimiento general de los jugadores, reduciendo la intensidad y el espectáculo en muchos partidos. Por otro lado, los nuevos formatos para la Champions, Europa y Conference League aún siguen siendo confusos de entender. Aunque vuelve más competitiva la primera ronda de los torneos, la exigencia es mayor.
Los jugadores están comenzando a levantar la voz frente a este exceso. Algunos, como Kevin De Bruyne, han expresado públicamente su preocupación por el número de partidos que deben jugar. Esta sobrecarga, combinada con las responsabilidades tanto a nivel de clubes como de selecciones, está llevando a los futbolistas a replantear sus carreras y a priorizar su salud física y mental por encima de cualquier otro aspecto.
Es en este contexto que se puede entender, aunque no justificar completamente, el presunto pedido de Kylian Mbappé de jugar únicamente los partidos importantes con la selección francesa. La presión de ganar títulos y establecerse como uno de los principales candidatos a futuros Balones de Oro obliga a los jugadores de élite a priorizar partidos decisivos, relegando encuentros menos exigentes o de carácter amistoso.
Este fenómeno plantea una cuestión ética: ¿hasta qué punto los intereses económicos deben prevalecer sobre la salud y bienestar de los jugadores? Las organizaciones futbolísticas y las cadenas de televisión enfrentan una disyuntiva. Por un lado, el fútbol es un negocio global en expansión, pero, por otro, la sobreexplotación de los jugadores podría afectar la calidad del deporte a largo plazo. A medida que más futbolistas clave caen lesionados, el espectáculo que atrae a las multitudes también se ve comprometido.
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