
En un ámbito laboral de tradición masculina, las árbitras profesionales del fútbol peruano deben lidiar con prejuicios, estereotipos y brechas de género que limitan su crecimiento y prestigio profesional.
Uno de los últimos casos de violencia, que tuvo como víctima a la réferi asistente Vera Yupanqui, pone al descubierto el riesgo que supone ser mujer dentro de una estructura deportiva que no promueve ni vela por su integridad física y moral.
Días después del último partido, Vera Yupanqui, madre de familia y árbitro asistente profesional de 39 años, toma un descanso procurando evitar el contacto con cualquier cosa que despierte el amargo recuerdo de su reciente performance en la primera división del fútbol peruano.
Abrumada por la sobrecarga laboral, decide aislarse del mundo exterior. Desactiva el tono de llamada de su celular, apaga la radio y la televisión y prescinde de su hábito de revisar mensajes o publicaciones en redes sociales. Las paredes de su hogar y el amor de su familia se transforman en su único refugio.
Lo que, a simple vista, parece un plan metódico para regular su acelerado ritmo de vida, corresponde en realidad a los signos de un cuadro de estrés permanente que, hasta cierto punto, había aprendido a manejar por su propia cuenta.
Pero esa vez fue distinto. Alarmada por la avalancha de notificaciones de su teléfono móvil, empezó a temer por su seguridad y la de su familia. Aunque sabía controlar perfectamente los momentos de tensión, no estaba lista para afrontar los reveses más duros de su carrera profesional.
En ese momento, su nombre era sinónimo de polémica. Todo empezó el 30 de mayo de 2022, en el duelo entre Alianza Lima y Cienciano por la fecha 16 de la Liga 1. Tras la humillante eliminación sufrida ante River Plate (1-8) en la Copa Libertadores, al cuadro íntimo le urgía un triunfo en casa para seguir compitiendo por el Torneo Apertura y, de paso, intentar redimir su imagen frente a su exigente hinchada.
La esperanza blanquiazul, sin embargo, casi tambalea al inicio del compromiso. A los 17 minutos, el cuadro visitante acometió un letal contragolpe de la mano de Adrián Ugarriza, quien filtró un pase en profundidad a su compañero Facundo Curuchet. Tras controlar el balón, el delantero argentino franqueó la defensa rival y, con un potente remate cruzado, abrió el marcador frente al silencio atónito de las cuatro tribunas.
En medio del festejo, el cuadro visitante no tardó en advertir el banderín alzado de Vera Yupanqui, quien había cobrado una supuesta posición adelantada de Curuchet. El árbitro central, Roberto Pérez, refrendó su decisión y el gol fue anulado.
El partido finalizó 1-0 a favor del local. El error arbitral que protagonizó Yupanqui, verificado luego a partir de las filmaciones del canal de televisión GOLPERU, causó revuelo en la opinión pública. Al día siguiente, la colegiada recibió decenas de amenazas y ataques machistas en redes sociales, tanto por mensajes privados como en publicaciones y comentarios.
En Facebook y Tiktok, algunos usuarios crearon cuentas falsas con su nombre y otros difundieron su información privada (dirección domiciliaria, número de celular, centro laboral, etc.) incitando al acoso colectivo contra ella y su familia.

Además, Cienciano anunció, horas después de finalizado el partido, que presentaría ante la Comisión Nacional de Árbitros (CONAR) y la Federación Peruana de Fútbol (FPF) una queja formal en su contra por haber perjudicado el resultado.

El caso de Vera Yupanqui refleja la realidad que enfrentan a diario las juezas del fútbol peruano. En un ámbito laboral de tradición masculina, donde la convivencia permanente con el error aumenta el grado de vulnerabilidad, estas profesionales tienen que lidiar con los comentarios e insultos sexistas dentro y fuera del campo de juego.
Además, se enfrentan a las brechas de género que persisten dentro de la estructura de este deporte, tales como la falta de oportunidades laborales y un menor salario en comparación con sus pares varones.
Así pues, dado la baja rentabilidad económica que este oficio les permite, la mayoría de mujeres debe compaginar el arbitraje de fútbol con una carrera universitaria o técnica para poder subsistir. Por ejemplo, la réferi internacional FIFA Elizabeth Tintaya es abogada de profesión; la exárbitra profesional Silvia Reyes, licenciada en administración; y Vera Yupanqui, asistente médica de la clínica Ricardo Palma.
“No voy a mentir: si una mujer está pensando vivir del arbitraje, no lo va a lograr. No es un trabajo rentable porque hay que compartirlo con muchas facetas: maternidad, nivel de compromiso y esfuerzo, entre otras.”, afirma Yupanqui.
Hace apenas una década, la presencia femenina en el arbitraje de fútbol masculino todavía era objeto de debate entre la comunidad deportiva nacional. Desde el debut de la jueza central Riabel Trujillo en el año 2000, en el partido entre Alianza Lima y Deportivo Municipal (3-2), solo otra réferi, Silvia Reyes, pudo oficiar en cotejos de la primera división masculina.
A pesar de su reducido número y sus contadas apariciones en la liga doméstica, ciertos futbolistas y periodistas del medio local han cuestionado el rol de las árbitras e, inclusive, algunos intentaron denigrarlas arremetiendo con insultos machistas en su contra.
El bochornoso caso de Mario Leguizamón
Uno de los incidentes que produjo mayor revuelo mediático fue protagonizado por Mario Leguizamón, exvolante uruguayo del Club Deportivo Universidad San Martín de Porres (USMP). El 6 de abril de 2008, en el duelo ante Alianza Atlético de Sullana, este jugador fue expulsado a los 53 minutos por la réferi Silvia Reyes, tras lo cual declaró con tono airado.
“Creo que está mal cogida. No le dieron un buen polvo en la mañana. No sé por qué me expulsó. No sé cómo pueden poner a una jueza a arbitrar. Estas cosas solo pasan en Perú”, señaló al programa Buenos Días Perú mientras observaba el cotejo desde la boca del túnel.

Al poco tiempo, su declaración trascendió en la prensa nacional y extranjera recibiendo la condena unánime de la comunidad deportiva. Tras recibir el informe de Reyes, la comisión de justicia de la Asociación Deportiva de Fútbol Peruano (ADFP) impuso una sanción económica al club USMP y, mientras el caso era investigado, la suspensión indefinida del jugador.
Luego, el futbolista pidió disculpas públicas a la jueza, quien finalmente las rechazó. Cinco días después de la agresión a Reyes, Leguizamón fue despedido del club universitario.
En medio de la controversia, Rainer Torres, exvolante de Universitario de Deportes y de la selección peruana, declaró: «Ella de seguro que es una buena árbitro, pero hay fútbol masculino y femenino, y yo creo que cada uno debe ocupar su lugar. Ojalá en mis partidos no me toque un árbitro mujer porque vivo mucho los partidos y la vería complicada. Con mucho respeto a la jueza Silva Reyes, el fútbol debe ser arbitrado por hombres y ellas dirigir el fútbol femenino«.
Una opinión similar tuvo Roberto Silva, jugador de la Universidad San Martín: «A mí me molesta, a mí me afecta tener una mujer en un ambiente con tanta testosterona. Y no es que crea que no es competente, es una árbitro muy competente… para el fútbol femenino», dijo el futbolista.
El historial de ataques machistas hacia estas profesionales es largo, pero todos incurren en un mismo prejuicio: el sexo femenino constituye una desventaja para el arbitraje del fútbol masculino.

Cultura machista en el fútbol peruano
El machismo en el deporte peruano —en el fútbol, en particular— forma parte de una problemática social y cultural de escala nacional. Para Jaime Pulgar Vidal, historiador especializado en el fútbol nacional, la discriminación hacia las réferis puede explicarse desde una perspectiva estructural de nuestra sociedad, donde el machismo se ha enraizado en todas las esferas, incluyendo el deporte.
“El desarrollo [profesional] de las mujeres, en general, y las réferis, en particular, es alterado cuando la estructura de nuestra sociedad prioriza a los hombres en todos los niveles, no solo en el fútbol. De ahí la importancia de la movilización femenina que ha crecido en los últimos años alrededor del mundo”, explica.
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A inicios de octubre de 2022, la CONAR dio a conocer la terna arbitral del partido de vuelta de la Liga Femenina entre Alianza Lima y Carlos Mannucci: Edwin Ordóñez como árbitro principal acompañado de Harlem Concha, Carlos Llerena e Ítalo Gonzáles como asistentes.
Tras conocer que no se había incluido a ninguna réferi, Elizabeth Tintaya denunció una exclusión sistemática de las mujeres por parte de la CONAR a través de una publicación en su cuenta de Instagram.
«Siento tanta tristeza de no ver una sola presencia femenina en la final, en mi torneo, en mi país. Digo mi torneo porque soy mujer, porque soy árbitra activa peruana, no estoy lesionada, no estoy de viaje. Escribo aquí porque la prensa me pregunta por qué no estás y muchos me escriben por interno preguntando lo mismo. Aún no me retiro y no lo tengo en mente. Sigo y seguiré preparándome”, expresó.
Ante la crisis de representación femenina en el fútbol peruano, el psicólogo deportivo Dante Nieri remarca la urgencia de fomentar la visibilización de esta problemática en los medios de comunicación, en especial los deportivos.
Al respecto, Camila Zapata, periodista de DirecTV Sports, sostiene que “hay que normalizar más el papel de las árbitras, lo que debe empezar la institución que se encarga de ello, la CONAR, que debe darle mayor espacio y mayor visibilidad. Al evitar excluir a las árbitras de los torneos más importantes se podrán erradicar paulatinamente prejuicios y estereotipos”.
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Desde su debut profesional en el año 2010, Vera Yupanqui aprendió a lidiar por cuenta propia con burlas y comentarios despectivos. En su etapa formativa dentro de la CONAR apenas recibió talleres de capacitación psicológica que brindaran consejos para prevenir o enfrentar situaciones de riesgo como las agresiones físicas o verbales de hinchas, los reclamos desaforados de técnicos y jugadores y eventuales intentos de acoso.
La colegiada apunta que, hasta la fecha, no existen cursos formales de capacitación psicológica frente a escenarios de esta naturaleza ni tampoco alguna iniciativa clara por parte de la CONAR para garantizar un entorno laboral más seguro y equitativo. Por ello, tanto árbitras profesionales como aspirantes deben asumir el riesgo de sortear estos escollos por cuenta propia.
Al respecto, Nieri asegura que el machismo y la violación de sus derechos laborales pueden afectar el aspecto psicológico de las réferis, pues estos desencadenan situaciones de estrés y ansiedad. Para lidiar con esto, recomienda trabajar en el control de emociones y los momentos de ansiedad que supone la profesión.
“Se recomienda la meditación como una alternativa para erradicar el estrés generado por las críticas post partidos. También se puede trabajar en la seguridad para la toma de decisiones dentro de la cancha, así como instaurar hábitos saludables que beneficien la autoestima y el autocontrol ante situaciones de estrés”, sugiere.
No obstante, el especialista remarca que, si bien cada persona afronta a su manera las dificultades en el deporte, es fundamental recibir periódicamente la atención oportuna de un psicólogo.
Un deporte reacio a la inclusión femenina
A mediados de mayo de 2022, la FIFA se volvió tendencia tras anunciar que por primera vez en la historia de los mundiales seis árbitras formarían parte del torneo, celebrado en Qatar a finales del año pasado. Ellas fueron las juezas centrales Stéphanie Frappart (Francia), Salima Mukansanga (Ruanda) y Yoshimi Yamashita (Japón); y las asistentes Kathryn Nesbitt (EE.UU.), Neuza Back (Brasil), Karen Díaz (México).

Pierluiggi Colina, presidente de la comisión de árbitros de la FIFA, acotó que la designación fue resultado de un largo proceso de inclusión de las réferis iniciado hace años con su despliegue en torneos junior y senior de la FIFA, tales como eliminatorias mundialistas o Champions League.
«Yo esperaría que, en el futuro, la selección de árbitras de élite para competiciones masculinas importantes se perciba como algo normal y ya no como excepcional”, enfatizó.
Aunque la participación de estas mujeres constituyó un importante paso en la lucha por la inclusión femenina en el fútbol, el avance de la FIFA y sus confederaciones afiliadas aún es incipiente en esta materia.
Las seis mujeres designadas formaron parte del equipo de 36 árbitros y 69 árbitros asistentes que participaron en el mundial; es decir, su presencia representó solo el 5.7% de la terna arbitral. La misma tendencia se observa en las cifras a nivel global, que registran un total de 80.545 árbitras, apenas un 10% del total de árbitros (hombres y mujeres), según un estudio publicado en 2019 por la FIFA.
La liga peruana no es la excepción a esta regla. Según datos de la web Transfermarkt, base de datos especializada en fútbol, en el vigente Torneo Apertura 2023, el total de 24 colegiados designados para impartir justicia son varones, lo que prolonga por quinto año consecutivo la ausencia total de mujeres en esta posición.
La última vez que una mujer asumió la mayor autoridad dentro del campo de juego fue el 3 de diciembre de 2017, en el Estadio Alejandro Villanueva, cuando a pocos segundos de que Alianza Lima alzara el título nacional, el árbitro Roberto Mauro hizo ingresar a la réferi Silvia Reyes, quien se despidió del arbitraje de fútbol profesional tras una larga carrera de 17 años.
Actualmente, la participación femenina en el fútbol peruano está limitada a roles secundarios como la asistencia de línea. A nivel profesional, su única oportunidad para ejercer de árbitro central está en la liga femenina, cuyo crecimiento institucional y profesionalización recién empezó el año 2020.
“Las árbitras están luchando para ser más reconocidas. Por ejemplo, ninguna de ellas está programada como jueza principal en la primera división. Algunas son utilizadas como cuartas árbitras, pero su especialidad suele ser de jueza central. Cuando he hablado con ellas, me dicen que sienten que hay un sistema injusto, que no las reconoce y las valora poco”, explica Camila Zapata.
Esta idea es suscrita por Rosa María Muñoz, relatora deportiva de DirecTV Sports, quien añade que, por ahora, la liga femenina es el único espacio donde las mujeres pueden desempeñarse libremente en cualquier rol: árbitro principal, juez de línea o cuarto árbitro.
“Hay que reconocer que a veces las réferis han protagonizado errores muy explícitos, pero estos suceden también en el fútbol masculino. Por ello, no se trata de que toda la culpa sea de la mujer que está arbitrando, sino que el proceso formativo del arbitraje peruano tiene errores”, asegura.
A largo plazo, Pulgar Vidal señala que para erradicar el machismo del arbitraje de fútbol peruano es necesario deconstruir los prejuicios y estereotipos sobre los roles de género, considerando que todos poseen las capacidades para desenvolverse en diversos ámbitos. “No hay dudas de que hay muchas mujeres con un conocimiento detallado y profesional sobre el fútbol en el Perú y las réferis no son la excepción” recalca.
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Tanto Elizabeth Tintaya como Vera Yupanqui depositan sus esperanzas en el desarrollo profesional de la liga femenina como un medio para allanar el camino hacia la igualdad de las mujeres en el popular deporte peruano. “Falta más apoyo al fútbol femenino. Cuando este sea visto como una verdadera fuente no solo de ingresos, sino también de energía y mejora de capacidades, moverá todo en nuestro beneficio. Para ello se necesita una mejora de canchas, de jugadoras y de contrataciones. Todo debe empezar por el fútbol”, concluye Yupanqui.
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