
La artista Magdalena Clara Torielli nos comparte el origen y sentido del espectáculo de marionetas Zezé, el limpiabotas que pasea por las calles de Lima. En tanto, Verónica Crousse, exdecana de la Facultad de Arte y Diseño de la PUCP, analiza la obra desde su vínculo con los transeúntes en el espacio público.

En el Perú, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Hogares 2022 (ENAHO), el porcentaje de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años en trabajo infantil es de 9.8 %; es decir, 10 de cada 100 niños se dedican exclusivamente a trabajar. Frente dicha realidad, nace Zezé, una marioneta que anda por la capital denunciando esta difícil situación y reconociendo a la par el esfuerzo de cada infante trabajador.
La creadora de la obra, la uruguaya Magdalena Clara Torielli, recuerda cómo surgió la idea que daría vida a Zezé, basado en el icónico personaje homónimo de la novela brasileña Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcelos. El personaje apareció en el año 2012 como una recomendación literaria de su mejor amiga. Posteriormente, el libro sería un regalo que la enamoró en la primera lectura por su mensaje de amor y preocupación por el bienestar de nuestros seres queridos.
“Zezé escucha a su papá decir que tiene una familia pobre y se siente tan mal que va a lustrar zapatos para comprarle una caja de cigarrillos”, señala Magdalena, recordando aquella escena que le hizo comprender el valor que tenía el personaje. Esta inspiración se suma al deseo de ofrecer una muestra de admiración a esas personas de tan corta edad que conoció en sus primeras presentaciones y que le enseñaron a disfrutar de la vida a pesar de los momentos adversos.
Doce años después, en su primer año viviendo en Lima, Magdalena postuló a Zezé al Programa de Proyectos en Espacios Públicos 2025, del Centro Cultural de España en Lima, logrando que la obra forme parte de los ocho proyectos seleccionados. El financiamiento y la colaboración del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC) hicieron posible llevar a Zezé por varios distritos, entre ellos Lince, Surquillo, San Miguel, Magdalena, Rímac y Villa El Salvador.
“La base de esta obra es la cercanía que genera Zezé. Al ser un títere, su aspecto tierno y amable permite acercarse a una realidad difícil de afrontar, pero que solo siendo conscientes de ella puede transformarse”, explica Magdalena.
En su perspectiva, Zezé constituye un medio para tomar en cuenta a los niños que sufren explotación laboral, así como para revalorizar el arte en las calles enalteciendo su lucha por una vida digna.
A la mirada de la autora se suma el análisis de Veronica Crousse, quien destaca al espacio público como el lugar perfecto de intercambios sociales. Considera que el arte actúa en forma de dispositivo de activación para manifestarse y otorgar voz al ciudadano. “El éxito de Zezé recae en su formato callejero, en el compartir de palabras, ideas y afectos entre las personas”, afirma.

Asimismo, Crousse resalta la importancia del público como parte de la obra, ya que en la simpleza de su interacción se encuentra una complejidad de roles.
Los espectadores se vuelven tanto actores como receptores, su presencia configura el espectáculo sin dejar de percibir el mensaje que lo envuelve.
De allí surge, según la especialista, el cariño por parte de los niños, debido a que no solo se sienten reflejados en el títere, sino que ven en Zezé a un buen amigo en quien confiar.
